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lunes, 27 de octubre de 2014

LOS FRANCOS. LOS MAYORDOMOS

En cada reino franco, el mayordomo de palacio ejercía las funciones de primer ministro. Una serie de muertes prematuras que comenzaron con la de Dagoberto I en 639 desembocaron en una sucesión de reyes menores de edad. A comienzos del siglo VIII, esto había permitido a los mayordomos austrasios consolidar el poder de su propio linaje, lo cual llevó a la fundación de una nueva dinastía: los carolingios.
 
El cargo de mayordomo de palacio era el más importante después del de monarca, y quien lo ostentaba detentaba realmente el poder político del reino. Pipino el Joven, también conocido como Pipino de Heristal (653-714), de la casa de los Arnulfo, fue un poderoso magnate de la aristocracia austrasiana. No tenía nada que ver, por tanto, con los monarcas merovingios. Pipino, desde su elevado rango aristocrático, y siendo mayordomo de palacio para todo el reino franco, alcanzó tanto poder que terminó nombrándose a sí mismo dux et princeps francorum. Durante los años que duró el gobierno del poderoso mayordomo arnulfiano, el reino franco se vió inmerso en importantes luchas militares contra otros pueblos.
 
Uno de los hijos de Pipino, Carlos, logró ocupar el puesto de mayordomo de palacio, a pesar de que era hijo bastardo y, por lo tanto, ilegítimo. Tuvo que enfrentarse a Plectrude, la viuda de su padre, quien pretendía hacerse cargo de la regencia de su hijo legítimo, aunque menor, Thiaud. Tras unos problemas con los sajones, que habían invadido Austrasia, y una serie de revueltas, primero en Neustria y Aquitania, y después nuevamente en Austrasia, Carlos se erigió en vencedor y consiguió reunificar totalmente el reino franco.
in embargo, toda esta retahíla de conflictos, con ser serios, eran pecata minuta comparados con la terrible tormenta que se había desatado al sur de los Pirineos. Los musulmanes, que unos diez años atrás se habían ventilado de un soplo a todo un reino soberano como era el de los visigodos en Hispania, estaban dando muestras de querer traspasar el umbral pirenaico, y hasta habían llegado a aliarse con el dux Eudes de Aquitania. La Batalla de Poitiers, acaecida en 732, es, sin duda alguna, el hecho más renombrado de Carlos, que obtuvo a consecuencia de ella el sobrenombre de Martel ("martillo"). Carlos fue implacable derrotando a los ejércitos musulmanes, que hubieron de regresar a Al-Andalus y ya no volvieron a intentar cruzar los Pirineos.
 

Entre los francos, a partir de este momento, creció el sentimiento de que el reino debía la autoridad a Dios. No en vano, habían sido los propios carolingios quienes habían librado al mundo cristiano de los sarracenos. La cooperación de la Iglesia en el traspaso del poder a los carolingios acrecentó la importancia de la dinastía y los dos estados, el pontificio y el carolingio, se convirtieron en los auténticos adalides del catolicismo. La importancia que cobraría Pipino el Breve ante la Iglesia fue tremenda. El rey franco recibió el título de Patricius, el mismo que recibía antiguamente el representante del Imperio Bizantino en Italia, y le fue asignada la tarea de proteger los privilegios de la Santa Sede.

Pipino consiguió que los lombardos devolvieran a la Iglesia los territorios de la Italia central que aquéllos habían ocupado de manera ilegal, logró expulsar a los musulmanes de la Septimania, sofocó varias revueltas en Aquitania y, además, continuó con las reformas eclesiásticas dentro del reino y reformó también la legislación. Murió en el año 768 y logró preservar un imperio -el que en su día creara Clodoveo I- de la destrucción que lo había estado amenazando sin cesar.
Carlos, o Carolus, nació en 742 y murió en 814. Fue hijo de Pipino el Breve y tuvo un hermano menor que se llamó también Carlomán, como su tío.Durante sus primeros años, Carlos acompañaba a su padre en las diferentes campañas para aprender las artes de la guerra, lo que contribuyó a crear en torno suyo un halo de héroe popular antes, incluso, de que se convirtiera en rey. Pipino, antes de morir, pudo hacer la pertinente repartición del reino, de la cual a Carlos le correspondió toda la Austrasia, la mayor parte de Neustria y toda la Aquitania, excepto la zona sureste. Las posesiones del mayor de los hermanos rodeaban literalmente a las del menor, lo cual provocó que las relaciones entre los dos hermanos fuesen tensas desde el principio. De hecho, Carlomán aprovechó una revuelta en la Aquitania para traicionar a su propio hermano no interviniendo en la misma para sofocarla, como tenía que haber hecho según las costumbres. Esto le hizo comprender a Carlos los malos sentimientos que hacia él tenía Carlomán.