Extracto del Juramento de Estrasburgo |
Tras la muerte de Carlomagno, su Imperio no tardó en desmembrase. Los
distintos sectores de la nobleza y los intereses contrapuestos de las
diferentes instancias de la Iglesia romana frustraron el proyecto del
viejo emperador.
Tras la muerte de Carlomagno en 814, el trono imperial pasó a su hijo Luis el Piadoso (llamado también Ludovico Pío) que, en contra de los consejos de su padre, fue coronado en Reims por el papa Esteban IV. En un intento por mantener la unidad del Imperio, Luis publica las Ordenatio Imperii, en donde nombra como sucesor a su primogénito Lotario, y nombra a sus otros hijos, Luis el Germánico y Pipino como reyes de Baviera y Aquitania respectivamente, aunque subsidiarios del Imperio.
Tras la muerte de Carlomagno en 814, el trono imperial pasó a su hijo Luis el Piadoso (llamado también Ludovico Pío) que, en contra de los consejos de su padre, fue coronado en Reims por el papa Esteban IV. En un intento por mantener la unidad del Imperio, Luis publica las Ordenatio Imperii, en donde nombra como sucesor a su primogénito Lotario, y nombra a sus otros hijos, Luis el Germánico y Pipino como reyes de Baviera y Aquitania respectivamente, aunque subsidiarios del Imperio.
En segundas nupcias, Luis el Piadoso tuvo un cuarto hijo, Carlos el
Calvo, a quien, contraviniendo las disposiciones iniciales, le asignó un
pequeño reino en Alamania, separado de los adjudicados a sus otros
hijos. Ello precipitó los enfrentamientos: Lotario y sus dos hermanos
rechazaron a su hermanastro Carlos e iniciaron la rebelión contra el
emperador.
La agudización de la crisis
Las tropas de Lotario se presentaron en Colmar (Alsacia), para exigir a
Luis el Piadoso la renuncia al trono. Las tropas imperiales se negaron a
enfrentarse a las de Lotario y Luis el Piadoso fue recluido en un
monasterio. Lotario se proclamó emperador, pero sus hermanos Luis y
Pipino sólo lo reconocieron como rey. Respaldado por un grupo de
obispos, liberaron a su padre y lo restauraron en el trono imperial,
reconociendo a su hermanastro Carlos el Calvo como rey.
Ante la muerte de Pipino, Carlos el Calvo se proclamó rey de Aquitania,
siendo respaldado por Lotario, a cambio de entrar con sus tropas en
Aquisgrán y proclamarse emperador. De este modo, el Imperio Carolingio
contó con dos emperadores.
La muerte de Luis el Piadoso facilitó los planes de Lotario, quien
contaba con el apoyo mayoritario del clero. Luis el Germánico y Carlos
el Calvo se alzaron en armas contra Lotario en 840, lo derrotaron con
sus ejércitos en la batalla de Fontenoy y en 842 sellaron el Juramento de Estrasburgo,
el primer documento conservado escrito en antiguo alto alemán y en
francés antiguo. La división lingüística no hacía sino revelar un
proceso de fragmentación imparable en Europa, que el Imperio Carolingio,
forjado por Carlomagno, no había hecho más que demorar medio siglo.
Lotario, Luis el Germánico y Carlos el Calvo se reunieron en Verdún y
sellaron la paz (843). Aunque Lotario fue reconocido como emperador, la
unidad del Imperio sólo se mantuvo formalmente y se procedió a la
división en tres reinos: occidental, central y oriental.
El Imperio Carolingio bajo Luis el Piadoso |
El Imperio Carolingio tras el Tratado de Verdún |
El Imperio Carolingio a fines del siglo IX |
Carlos el Calvo gobernó hasta 877 el reino franco occidental (la mitad
occidental de Francia). En 879 se independizaron la Baja Borgoña, al
mando de Boson de Vienne, y la Alta Borgoña, con Rodolfo I. Los hijos de
ambos monarcas fueron proclamados como reyes de Italia.
Lotario quedó como rey del reino central (Lotaringia), que se extendía desde el mar del Norte hasta el centro de la península Itálica. Superpuesto en gran parte al ámbito territorial de la Iglesia de Roma, y permanentemente sometido a los enfrentamientos con Bizancio y el Islam, su reino carecía de unidad lingüística y política. A la muerte de Lotario (855), sus hijos se reparten el reino: Luis II recibe Italia y la corona imperial; Lotario II, desde el mar del Norte hasta Lorena; y Carlos, Borgoña y Provenza. A la muerte de este último, sus hermanos se reparten los restos de su patrimonio, pero la muerte de estos últimos hace que Luis el Germánico y Carlos el Calvo absorban los territorios del antiguo reino central en 875.
El reino franco oriental de Luis el Germánico, combate contra normandos y
húngaros, pero su muerte tampoco evita la disgregación de su reino
entre sus hijos (Carlomán, Luis III y Carlos el Gordo). Finalmente, el
reino se reunifica bajo Arnulfo de Carintia, el cual es nombrado
emperador, pero a fines del siglo X, el reino termina disgregándose en
distintos ducados como Lorena, Franconia, Sajonia, Turingia, Baviera y
Suabia.
La fragmentación
El creciente protagonismo de la nobleza en el conjunto de los dominios carolingios fue una de las causas principales de la fragmentación del Imperio tras la muerte de Carlomagno. Con Bizancio y el Islam como freno a su expansión, las guerras de conquista dejaron de ser el medio para hacerse con nuevas tierras, como lo había sido hasta entonces. La creciente rivalidad interna ya no pudo ser contenida por el poder central, que tradicionalmente ejercía el emperador. Los nobles, convertidos en prínceps, no tardaron en sentirse con igualdad de derechos como para convertirse en reyes. Y el Imperio carolingio se astilló en numerosos reinos
Fuente. Historia Universal. La Alta Edad Media y el Islam, Editorial Sol 90, Barcelona, 2004
La fragmentación
El creciente protagonismo de la nobleza en el conjunto de los dominios carolingios fue una de las causas principales de la fragmentación del Imperio tras la muerte de Carlomagno. Con Bizancio y el Islam como freno a su expansión, las guerras de conquista dejaron de ser el medio para hacerse con nuevas tierras, como lo había sido hasta entonces. La creciente rivalidad interna ya no pudo ser contenida por el poder central, que tradicionalmente ejercía el emperador. Los nobles, convertidos en prínceps, no tardaron en sentirse con igualdad de derechos como para convertirse en reyes. Y el Imperio carolingio se astilló en numerosos reinos
Fuente. Historia Universal. La Alta Edad Media y el Islam, Editorial Sol 90, Barcelona, 2004