A medida que pasaba el tiempo y con el Renacimiento carolingio, la cultura floreció y surgió la necesidad de más libros, lo que lleva a adoptar un tipo de escritura fácil de leer y de tamaño reducido. Esto dió origen a la llamada minúscula carolina, una letra uniforme, regular, redondeada y separada.
Hasta el siglo XII, la minúscula carolina mantuvo sus características y toda Europa occidental tuvo un tipo común de escritura.
Una “transformación” de la escritura carolina, donde comenzaron a prevalecer puntas y ángulos, dió lugar a la llamada gótica. En este cambio también influyó la forma de escribir. Mientras que para la carolina se usaba una pluma de oca de punta recta, para la gótica hacía falta una pluma con un corte oblicuo en la punta, en el lado izquierdo.
Fue en Alemania, donde más éxito tuvo este tipo de escritura, perdurando hasta el siglo XVI.
Se considera que la minúscula carolina es la base del tipo de escritura que usamos en la actualidad.